a organoponía es un derivado de la hidroponía, la cual es una técnica que consiste en utilizar sólo elementos naturales para llevar a cabo la producción agrícola. Ésta permite producir alimentos de forma controlada en lugares donde las condiciones del suelo no son adecuadas; además ayuda a optimizar el uso de los recursos, así como a disminuir la implementación de productos químicos convencionales, lo cual permite cuidar al medio ambiente.
Cabe destacar que este método se puede llevar a cabo a pequeña, mediana y gran escala, inclusive se puede emplear en diferentes lugares como azoteas y jardines o en cualquier espacio disponible dentro o fuera del hogar. Otro de sus beneficios que aporta es que además de mejorar la producción permite regenerar y mejorar la calidad del suelo; asimismo, ayuda a disminuir los desechos orgánicos que se producen el hogar reduciendo hasta en un 50 por ciento la basura que se genera a diario.
La organoponía al igual que otros métodos de cultivos hidropónicos permite cultivar todo tipo de hortalizas, por ejemplo: acelgas, jitomates, pepinos, lechugas, coliflor, zanahorias, papas, rábanos, berenjenas y cebollas; también una gran cantidad de plantas medicinales como la manzanilla, eucalipto, menta, albahaca, romero, tomillo y salvia, entre otros. Es importante mencionar que implementar este tipo de cultivo en casa resulta ser sencillo, por lo tanto está al alcance de todos.
Para hacer un huerto organopónico en casa no es necesario hacer una gran inversión, ya que además de utilizar desechos orgánicos para cultivar, también permite reutilizar algunos materiales. Para este tipo de cultivo sólo se necesita lo siguiente: hojas secas, composta o humus de lombriz; un contenedor de 40 centímetros de profundidad y dos metros de largo; solución nutritiva para hortalizas, una regadera con agua, semillas de hortalizas y una pala para jardín.
El primer paso es buscar un sitio en el hogar que cuente con una toma de agua cercana, que tenga protección y que reciba por lo menos ocho horas de luz solar. Una vez que está ubicado hay que colocar el contenedor, es importante que éste cuente con algunas perforaciones en la base de lo contrario se recomienda hacer algunas con un ayuda de un clavo o taladro, ya que éstas funcionarán como drenaje y ayudarán a que el agua no se estanque y se dañen a las plantas.
A continuación hay que poner una capa de hojas secas en el fondo del contenedor, ésta debe ocupar por lo menos tres cuartas partes del recipiente. Una vez que esté acomodada la primera capa es momento de colocar una segunda, pero esta vez de composta previamente humedecida o cualquier material similar como sustrato o humus de lombriz. Para dar mayor libertad de crecimiento tanto a las plantas como a las raíces es importante que el medio de cultivo no quede muy compactado.
Ya que el contenedor esté listo hay que introducir las semillas, para esto se recomienda hacer divisiones con ayuda de la pala, esto ayudará a tener una mejor distribución de las plantas y hacer una mejor asociación de cultivos. Es importante mantener el medio de cultivo humedecido para estimular la germinación de las semillas. Una vez que empiecen a brotar las primeras plántulas es momento de agregar la solución nutritiva a los riegos para beneficiar el desarrollo de las plantas. La cosecha va a depender del tipo de planta u hortaliza que se cultive.